El uso de las mascarillas aumenta la sequedad ocular

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El síndrome del ojo seco es una de las afecciones oculares más frecuentes entre la población. Por suerte, no suele implicar problemas serios asociados y basta con un tratamiento sintomático con lágrimas artificiales o gotas oftálmicas humectantes para controlar los síntomas. Pero se ha descubierto que el uso de mascarillas durante varias horas seguidas y a diario puede empeorar los casos ya declarados de ojo seco y producir una sequedad leve en pacientes que antes no sufrían de este problema.

Relación entre mascarillas y ojo seco

El síndrome del ojo seco se puede deber a que el ojo, uno o ambos, produce menos volumen de lágrimas de lo debido o a que las lágrimas se evaporan con demasiada rapidez. La consecuencia es un ojo un poco enrojecido, sensible al viento y al uso prolongado de dispositivos digitales, que tiende a mostrar fatiga visual y, a veces, sensación de cuerpo extraño.

No se trata de una infección, aunque en los casos graves, de no controlarse con humectantes oculares, puede facilitar la formación de llagas oculares y, en cualquier caso, un ojo mal lubricado es más susceptible a sufrir infecciones como pueden ser la conjuntivitis y la blefaritis.

El uso necesario de mascarillas ha aumentado las consultas de oftalmología por un incremento de la incidencia de conjuntivitis y de las molestias causadas por el síndrome del ojo seco.

Sobre los casos de conjuntivitis, a veces una mascarilla roza por accidente los ojos y favorece la infección, otras veces se producen por el propio ojo seco y, también, la conjuntivitis puede ser un síntoma de infección por covid-19.

Pero sucede también que llevar puesta una mascarilla implica que parte del aire que respiramos se escapa por la zona superior, en especial con las mascarillas no quirúrgicas, que suelen ser menos permeables, y esto equivale a pasar horas con los ojos sometidos a una corriente de aire, como puede ser un día ventoso o equipos de aire acondicionado. Esto aumenta la evaporación de las lágrimas que recubren el globo ocular para protegerlo, con lo que quienes sufren de ojo seco sienten empeorar sus síntomas o la necesidad de usar sus tratamientos más a menudo, a la vez que algunas personas comienzan a mostrar cuadros leves del mismo problema, cuando antes no lo padecían.

Pero el aumento de la incidencia y la intensidad de los cuadros de ojo seco debidos al uso mantenido de mascarillas se debe también a cómo es ese aire que expulsamos al respirar. Se trata de un aire cálido y húmedo que puede desestabilizar una fina capa lipídica que se sitúa justo sobre el lagrimal con una finalidad protectora. Cuando esta capa de lípidos se daña, las lágrimas se evaporan a mayor velocidad también.

Consejos para prevenir o aliviar el ojo seco

Tanto si ya padecías este problema como si es nuevo para ti, dado que vamos a necesitar usar mascarillas durante largo tiempo, hay una serie de medidas que puedes adoptar junto con el tratamiento sintomático habitual.

En primer lugar, si vives en climas secos, un humidificador puede ayudarte a frenar en parte la evaporación excesiva de lágrimas. Ahora que viene el frío, también sirve colocar un recipiente con agua cerca del radiador.

Las lágrimas artificiales y otros humectantes oculares se pueden usar a demanda, aunque si ves que tu problema ha empeorado mucho con las mascarillas, tal vez te sea más cómodo cambiar de las soluciones para casos leves a las gotas formuladas para quienes sufren casos moderados o severos de ojo seco, que también se usan en tratamientos postquirúrgicos como medida preventiva.

Presta especial atención a tus ojos si debes pasar horas con la vista fija en pantallas digitales o si el tiempo se torna ventoso. Tal vez sea buena idea dar preferencia a las gafas frente a las lentillas cuando hace muy mal tiempo.

Utiliza siempre mascarillas homologadas, dado que ya se fabrican pensando en los casos de uso continuado durante muchas horas seguidas y deben pasar una serie de controles sanitarios que garanticen su eficacia frente a la propagación del virus SARS-CoV-2 así como la inocuidad de los materiales empleados. Dicho de manera más sencilla, si las mascarillas homologadas aumentan los casos de ojo seco, ¿qué se puede esperar de las que no lo están, por no hablar del riesgo de infección que suponen?

Por último, de nuevo la física puede ser nuestra aliada, en este caso, a la hora de colocar la mascarilla. Vigila no dejar el borde superior demasiado cerca de los ojos y, si es posible, intenta crear un efecto pinza que permita que el aire que no se filtra a través del material y se escapa por los bordes salgan por la zona de las mejillas, hacia los lados, y no hacia los ojos. Este truco, además, ayudará a evitar que se te empañen los cristales de las gafas en caso de necesitar usarlas para ver mejor o para proteger los ojos, por ejemplo, si trabajas en un laboratorio (entonces las gafas serían un EPI).

 

No es muy justo decir que las mascarillas empeoran todos los casos de ojo seco, pues buena parte de su daño es evitable y lo que no lo es se puede compensar con lágrimas artificiales o tratamientos equivalentes, que son siempre inocuos. Pero sí se puede asegurar que el mal uso de las mascarillas durante varias horas al día empeora la clínica de estos casos o puede conducir a personas que no padecían el problema a sufrir de ojo seco de manera transitoria.

El ojo seco debe controlarse no solo por las molestias que produce sino porque supone una merma en las defensas naturales del ojo frente a agresiones ambientales. Una prueba de ello es el aumento de casos de conjuntivitis y de blefaritis observado desde el comienzo de la pandemia por coronavirus humano. Además del tratamiento sintomático, hay una serie de trucos que permiten controlar o reducir los efectos adversos de las mascarillas en los ojos. Por último, usa siempre mascarillas homologadas para evitar complicaciones adicionales.