El sentido de la vista

El sentido de la vista

Toda actividad racional tiene su fundamento en la recepción previa de los datos aportados por nuestros sentidos y, muy especialmente, del sentido de la vista.

La visión es un sentido de relación por el que percibimos nuestro entorno y respondemos ante el mismo.

La mayor parte del proceso de visión se produce en él cerebro y los ojos pueden considerarse como meros receptores de estímulos luminosos o, en todo caso, como la primera fase del proceso de percepción visual.

Una buena visión es fundamental para una correcta realización de las actividades de la vida diaria.

Por eso es muy importante una correcta higiene visual. Preservar una buena agudeza visual es sinónimo de calidad de vida.

Los problemas de salud se agravan con la edad y con ello también la vista; el ojo, sus anejos y la función visual no escapan al fenómeno de la edad, sufren cambios y complicaciones (enfermedades). La importancia que adquiere en las personas mayores los problemas de la visión van a repercutir sobre todo en su forma de vivir, pasando algunos de ellos a tener que depender de una persona, al no poder realizar sola las actividades.

La visión es un proceso o fenómeno complejo que puede ser dividido en tres partes bien definidas:

  1. La parte óptica que incluye el proceso físico por el cual la luz atraviesa los diferentes medios transparentes y refringentes del ojo hasta estimular los fotorreceptores de la retina.
  2. La parte química que comprende todas las reacciones bioquímicas producidas en la retina y que constituye un proceso denominado fototransducción.
  3. La parte neurológica que involucra los procesos de conducción neurológica por la vía visual y la formación final de la imagen en la corteza cerebral.

El Globo Ocular

El ojo humano es un sistema óptico positivo o convergente que forma una imagen invertida del mundo externo sobre la capa sensible de la retina, situada al fondo del globo ocular.

Es un órgano de forma esférica de unos 25 milímetros de diámetro, está formado por tres membranas: la esclerótica, la coroides y la retina.

La esclerótica contiene la córnea, parte frontal transparente que permite el paso de la luz al interior.

La coroides se encarga de nutrir la retina, que es la membrana interna fotosensible sobre la que se forman las imágenes a partir de la luz recibida a través de la abertura variable de la pupila. La retina, es una extensión del sistema nervioso central y está conectada con el cerebro por el nervio óptico.

A estos elementos se les suma el papel activo del cristalino, lente dilatante y refringente responsable de la acomodación de la visión a distancia; el iris, que actúa como un diafragma regulador del paso de luz admitida; los músculos oculares, encargados de la movilidad del conjunto del aparato, así como el nervio óptico, receptor del conjunto de estímulos de la retina y transmisor al cerebro de toda la información.

El proceso de percepción visual

En el caso de la percepción visual el proceso empieza en los ojos.

La luz que llega a ellos estimula los órganos receptores de la retina que convierten el estímulo lumínico en impulso eléctrico y lo transmiten, a través de los axones del nervio óptico, hacia el cerebro.

La información se encuentra en la conexión cerebral llamada quiasma y continúa hasta llegar a una zona específica del tálamo (los núcleos geniculados laterales) desde donde es enviada al córtex visual situado en el lóbulo occipital. La información procedente del ojo derecho es enviada al córtex visual del hemisferio izquierdo la del ojo izquierdo es enviada al cortex visual del hemisferio derecho.

Todo lo que recibe y procesa nuestro sistema perceptivo lo interpreta la conciencia obteniendo un conocimiento visual de nuestro entorno.

Para ello, a menudo se aplican sus propias leyes, como la aplicación de ejes sobre las formas, la división o agrupamiento de las partes, etc.

La percepción visual se manifiesta en el cerebro a partir de la información recogida del entorno mediante los ojos, pero no como un registro fiel y mecánico de ésta. Nuestro cerebro está preparado para encontrar (o inventar) regularidades que nos sirvan para comprender y recordar (con el objetivo primigenio de sobrevivir).