¿Qué son las legañas y cuándo preocuparnos?
Las legañas son completamente normales, un componente necesario de la buena salud ocular que ayuda a mantener la humedad en los ojos durante la fase de sueño. Su cantidad y aspecto a veces pueden preocuparnos e indicar algún tipo de problema ocular.
¿Qué son las legañas?
Las legañas, o también conocidas como lagañas, pitañas o gañas, son una sustancia segregada por los párpados, tanto en los superiores como en los inferiores, concretamente por unas glándulas conocidas como glándulas de Meibomio.
Esta sustancia es una secreción mucosa que puede calcificarse, apareciendo en la comisura del ojo. Se trata, en definitiva, de lágrima seca con células epiteliales muertas.
La función de las legañas es prevenir la evaporación de las lágrimas y por tanto mantener el equilibrio de hidratación adecuado.
Durante el sueño, las legañas se van acumulando en los párpados, en el borde de estos concretamente. Su formación cuando estamos despiertos es menos frecuente, debido al parpadeo.
¿Cuándo deben preocuparnos las legañas?
Observar el aspecto de las legañas nos indicará si existe algún motivo de alarma o preocupación.
Su aspecto normal es de un color tirando a blanquecino y su cantidad no debe ser excesiva. Una secreción más abundante, con cambios en la viscosidad, de un color más amarillo o verdoso, o de aspecto purulento, debe hacernos prestar una mayor atención ya que podríamos encontrarnos ante algún tipo de infección.
Siempre deberá consultarse al médico en los casos en que se presente, además, dolor en el ojo o picazón.
Patologías relacionadas con las legañas
Cuando observamos un exceso de legañas que se acumula en el borde palpebral, de aspecto blanco o ligeramente amarillo, podríamos estar ante un caso de blefaritis. En estas ocasiones se produce una inflamación del borde de los párpados producida por infección, que debe tratarse a la mayor brevedad posible. Si se presentan costras a ras de las pestañas debe acudirse a consulta rápidamente, ya que es un síntoma clásico de blefaritis, en la que también puede aparecer dolor y enrojecimiento.
Otra patología frecuente es la conjuntivitis, que puede ser bacteriana o vírica. Los síntomas más frecuentes incluyen la sensación de ojo irritado o de tener arena en el ojo, aumento de la mucosidad, que puede llegar a ser verdosa y provocar que los párpados estén pegados por las mañanas al despertar.
Existe también un tipo de conjuntivitis denominada alérgica, que suele dar lugar a secreción acuosa. Esta, a diferencia de las anteriores, no es contagiosa y afecta a ambos ojos.
En algunos casos de ojo seco, podemos observar una mayor concentración de corteza de legañas e incluso pus. En esta enfermedad no existe suficiente lubricación y puede llegar a experimentarse sensación de quemazón y visión borrosa.
Consejos de cuidados de los ojos
Dado que generalmente las conjuntivitis infecciosas se producen por una transmisión directa a través de las manos, la higiene personal es el método preventivo fundamental, en especial el lavado regular de las manos.
La higiene, el mantenimiento y la renovación apropiados en los usuarios de lentillas es también un método preventivo básico. Hay que quitárselas siempre que se sientan molestias y consultar a un profesional de referencia.
En casos de alteraciones oculares siempre debe evitarse la cosmética en la zona de los ojos hasta que se haya consultado con el médico.
Los tratamientos que se indicarán en la consulta médica suelen incluir antibióticos y/o pomadas o gotas.
En definitiva, una higiene adecuada y una cierta observación de la cantidad y coloración de nuestras legañas, nos dará una buena referencia del estado de nuestra salud ocular y nos permitirá decidir en qué casos conviene consultar al médico.